Espeta George Engel a su Carcerbero genuflexo ante las monedas de su tío Sam.
Así agrega, el cubano poeta, testigo inmóvil de injusta muerte..." Y resuena la voz de Spies, mientras están cubriendo las cabezas de sus compañeros, con un acento que a los que lo oyen le entra en las carnes: La voz que vais a sofocar será más poderosa en lo futuro, que cuantas palabras pudiera yo decir ahora."
Penetrado ha, amigo Spies, en la carne histórica de quienes reclaman la clausewitziana concreción de su verdad: el derecho a la resurrección de los vencidos.
Se oye ya el rumor de ese derecho que va haciéndose carne en la misma clase que se sacude el insomnio de la restauración en el mundo...
Se empieza a oír...
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