martes, 23 de julio de 2013

El río

Por Julio Cortázar en Final del juego

   Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa, casi siempre en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del que apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando dices cosas así, eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño que otra vez me tira hacia abajo. Entonces está bien, qué me importa si te has ido, si te has ahogado o todavía andas por los muelles mirando el agua, y además no es cierto porque estás aquí dormida y respirando entrecortadamente, pero entonces no te has ido cuando te fuiste en algún momento de la noche antes de que yo me perdiera en el sueño, porque te habías ido diciendo alguna cosa, que te ibas a ahogar en el Sena, o sea que has tenido miedo, has renunciado y de golpe estás ahí casi tocándome, y te mueves ondulando como si algo trabajara suavemente en tu sueño, como si de verdad soñaras que has salido y que después de todo llegaste a los muelles y te tiraste al agua. Así una vez más, para dormir después con la cara empapada de un llanto estúpido, hasta las once de la mañana, la hora en que traen el diario con las noticias de los que se han ahogado de veras.
    Me das risa, pobre. Tus determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de tournées de provincia, uno se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas y adjetivos y recuentos. Merecerías a alguien más dotado que yo para que te diera la réplica, entonces se vería alzarse a la pareja perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento más precario, para sobrevivir todavía y volver a empezar y perseguir inagotablemente su verdad de terreno baldío y fondo de cacerola. Pero ya ves, escojo el silencio, enciendo un cigarrillo y te escucho hablar, te escucho quejarte (con razón, pero qué puedo hacerle), o lo que es todavía mejor me voy quedando dormido, arrullado casi por tus imprecaciones previsibles, con los ojos entrecerrados mezclo todavía por un rato las primeras ráfagas de los sueños con tus gestos de camisón ridículo bajo la luz de la araña que nos regalaron cuando nos casamos, y creo que al final me duermo y me llevo, te lo confieso casi con amor, la parte más aprovechable de tus movimientos y tus denuncias, el sonido restallante que te deforma los labios lívidos de cólera. Para enriquecer mis propios sueños donde jamás a nadie se le ocurre ahogarse, puedes creerme.
Pero si es así me pregunto qué estás haciendo en esta cama que habías decidido abandonar por la otra más vasta y más huyente. Ahora resulta que duermes, que de cuando en cuando mueves una pierna que va cambiando el dibujo de la sábana, pareces enojada por alguna cosa, no demasiado enojada, es como un cansancio amargo, tus labios esbozan una mueca de desprecio, dejan escapar el aire entrecortadamente, lo recogen a bocanadas breves, y creo que si no estaría tan exasperado por tus falsas amenazas admitiría que eres otra vez hermosa, como si el sueño te devolviera un poco de mi lado donde el deseo es posible y hasta reconciliación o nuevo plazo, algo menos turbio que este amanecer donde empiezan a rodar los primeros carros y los gallos abominablemente desnudan su horrenda servidumbre. No sé, ya ni siquiera tiene sentido preguntar otra vez si en algún momento te habías ido, si eras tú la que golpeó la puerta al salir en el instante mismo en que yo resbalaba al olvido, y a lo mejor es por eso que prefiero tocarte, no porque dude de que estés ahí, probablemente en ningún momento te fuiste del cuarto, quizá un golpe de viento cerró la puerta, soñé que te habías ido mientras tú, creyéndome despierto, me gritabas tu amenaza desde los pies de la cama. No es por eso que te toco, en la penumbra verde del amanecer es casi dulce pasar una mano por ese hombro que se estremece y me rechaza. La sábana te cubre a medias, mis manos empiezan a bajar por el terso dibujo de tu garganta, inclinándome respiro tu aliento que huele a noche y a jarabe, no sé cómo mis brazos te han enlazado, oigo una queja mientras arqueas la cintura negándote, pero los dos conocemos demasiado ese juego para creer en él, es preciso que me abandones la boca que jadea palabras sueltas, de nada sirve que tu cuerpo amodorrado y vencido luche por evadirse, somos a tal punto una misma cosa en ese enredo de ovillo donde la lana blanca y la lana negra luchan como arañas en un bocal. De la sábana que apenas te cubría alcanzo a entrever la ráfaga instantánea que surca el aire para perderse en la sombra y ahora estamos desnudos, el amanecer nos envuelve y reconcilia en una sola materia temblorosa, pero te obstinas en luchar, encogiéndote, lanzando los brazos por sobre mi cabeza, abriendo como en un relámpago los muslos para volver a cerrar sus tenazas monstruosas que quisieran separarme de mí mismo. Tengo que dominarte lentamente (y eso, lo sabes, lo he hecho siempre con una gracia ceremonial), sin hacerte daño voy doblando los juncos de tus brazos, me ciño a tu placer de manos crispadas, de ojos enormemente abiertos, ahora tu ritmo al fin se ahonda en movimientos lentos de muaré, de profundas burbujas ascendiendo hasta mi cara, vagamente acaricio tu pelo derramado en la almohada, en la penumbra verde miro con sorpresa mi mano que chorrea, y antes de resbalar a tu lado sé que acaban de sacarte del agua, demasiado tarde, naturalmente, y que yaces sobre las piedras del muelle rodeada de zapatos y de voces, desnuda boca arriba con tu pelo empapado y tus ojos abiertos.

martes, 16 de julio de 2013

Laberínticos dos


Cómo le teme a las puertas abiertas.
-Dijo Lara hace algunos años-.

-Pero más debe temerle a las puertas sin abrir.
Contestó la otra, ya más madura,

Soledad.

Laberínticos uno







¿Cómo hará Ariadna

para no sucumbir

al vértigo

de

su tauromáquica piel?

miércoles, 10 de julio de 2013

Conjuro


No lo pronuncies.
No lo denotes.
Silencio.
Siquiera lo connotes.
Que sobrevuela como una pluma,
sobre nuestra cama en equilibrio de fracaso.
Silencio contenido.
Resuello de impotencia.
Mantra.
Conjuro.

domingo, 23 de junio de 2013

LuNa



viernes, 21 de junio de 2013

Biografía 2 - IX


y es que hasta ahora
me dediqué a vagar
en soledades ajenas.

pero esta vez, no es la soledad
de tristes libaciones
sino la del mar que pesa
en los ojos de los hombres amantes.

biografía (VIII)


y es que hasta ahora
me dediqué a vagar
en soledades ajenas




-.VII

Aunque no te importe que se me escurran los sueños
por cada vez que no me deseas;
por cada vez que te escucho escuchándote;
por cada vez que el mundo nos niega.


...necesito un beso antes de enloquecer de soledad.

V.-

Eres el peso en la nuca
la tristeza,
el sueño
que pateo al caminar.

Dsp - IV

Después

He querido despertarte
cubierto de besos amarillos
aunque umbrosos

aspirarte
el sueño de los ojos
haciéndote mío
con susurros de silencio

dejar entrar el alma del día
por una rendija

antes

de que el reloj nos alarme.

martes, 18 de junio de 2013

Contranarciso

  de Paulo Leminski


em mim

eu vejo o outro

e outro

e outro

enfim dezenas

trens passando

vagões cheios de gente

centenas

o outro

que há em mim

é você

você

e você

assim como

eu estou em você

eu estou nele

em nós

e só quando

estamos em nós

estamos em paz

mesmo que estejamos a sós

Comentarios

El comentario banal, casi ingenuo, inocente
que punza sobre la herida abierta
de este gato que aún vivo,
aulla de dolor milenario.

Comentario de esos, que el gato rojo
ella
está cansada de soportar en las calles.
Comentario, que la pierde del control de sí misma

Infinita cadena de violencia, esta vez,
punzada sobre sus ojos
una siesta de invierno

y comentario, esta vez,
venido de en son de cariño.

viernes, 24 de mayo de 2013

Cuando

Cuando el calor del sol,
reconcilia
reconforta
lame las heridas abiertas por la noche,

cuando las lágrimas caen
al verse reflejada
ella
en los párvulos que día a día la acompañan en las aulas.

cuando la tristeza de perderse
y encontrarse en los caminos más oscuros
con la otra,
esa Miss Hyde
atrasada
que le devuelve
la imagen de su esperpento

cuando las miserias propias lastiman a su otro
el que allí está
siempre
para sostenerle el aliento desvaído.

Ese día
sus odios se renuevan
sus ansias de acabarlo todo,
ponerlo patas arriba,
refundar el mundo,
se agudizan

martes, 23 de abril de 2013

Retrato de noche clara


martes, 9 de abril de 2013

Estarán
donde se procesan
el pasado, el futuro,
donde otra sangre
avance, crezca,
nazca, duerma.

y si de dormir se trata.
como quien se acurruca en nuestro pecho,
buscando la calidez en la blandura,
lo que anida
en las entrañas es el miedo
a lo lejano
y al no saber cuándo
se termine.

Se acabarán

las canciones regaladas.
se acabarán.

Se acabarán las palabras
de cariño profundo, sincero,
se ensombrecerán mis ojos,
se ajarán mis manos,
se agotará mi aliento
para llegar tan lejos.

se anunciarán otros nombres
al albor de un nuevo día,
nueva época,
nuevas tareas nuevas batallas
nuevo nueva nuevo nuevo...

dónde estarán nuestras antiguas manos,
nuestros antiguos ojos,
nuestros antiguos besos
para entonces?

miércoles, 13 de marzo de 2013

Sin rocío


Tengo la tristeza más infinita

la de los felinos

que escancian la noche sin rocío
que deambulan mendigando
las sobras de la noche de los besos ocultados de los amores sin miel.

Trois



 I

...estoy seca –se dijo – no, “como seca”. Tal vez aún tenga los poros cerrados por la sal de mis ojos.


II

Necesito que esta noche
beses mis pies
con tu suspiro de cansancio.
Necesito


III

- Necesito que la vida
me escupa desde abajo.
- Necesitas


en celofán


Arrastra la tristeza
envuelta en celofanes
Una a una
se las come
en los años,
sobre todo,
en que ni Lara la encuentra.

sábado, 19 de enero de 2013

Abierta

poros de piel abiertos
al claro de luna
rocío

y gota que lame
lentitud
de ascender hasta estambres y pistilos

suavidad del tacto
de la noche
erizando el epitelio
de una flor