jueves, 29 de noviembre de 2012

Lavorare stanca


Dedicado a esos hombres (y mujeres) que comienzan a ejercitarse en esto de hacer huelgas, empezando a reconocer sus músculos, su potencial.
La pelea cotidiana para que el trabajo se ya no más agotador, sino parte de la vida misma, de las posibilidades infinitas de la humanidad de crear y crearse a sí misma y gozar de todo su derecho a descansar y disfrutar de los placeres de esa vida, que, como dice Trotsky, es hermosa.

TRABAJAR CANSA

por Cesare Pavese

Atravesar una calle para escapar de casa

puede hacerlo un muchacho, pero este hombre que anda
todo el día por las calles ya no es un muchacho
y no escapa de casa.
Hay tardes de verano
en que hasta las plazas se vacían, tendidas
bajo el sol declinante, y este hombre que llega
a una alameda de inútiles hierbas, se detiene.
¿Vale la pena estar solo, para estar siempre más solo?
Caminar por caminar; las plazas y las calles
están solas. Es preciso detener a una mujer,
hablarle y persuadirla de vivir juntos.
De no ser así, uno habla a solas. Es por esto que a veces
el borracho nocturno comienza a farfullar
y relata los proyectos de toda la vida.
No es verdad que esperando en la plaza desierta
el encuentro se dé con alguno; pero quien va por las calles
se detiene de vez en cuando. Si fueran dos,
aun andando en las calles, la casa estaría
donde aquella mujer y valdría la pena.
En la noche, la plaza vuelve a quedarse vacía
y este hombre, que pasa sin mirar las casas
entre inútiles luces, ya no levanta sus ojos:
sólo mira el empedrado hecho por otros hombres
de manos endurecidas, como las suyas.
No es justo quedarse en la plaza desierta.
Es seguro que existe esa mujer en la calle
que, rogándoselo, quisiera consolar esa casa.

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